viernes, 13 de marzo de 2009

LA TIERRA...EL BLANCO PERFECTO




Qué inmensos nos sentimos cuando pensamos en nuestra grandeza como seres humanos, creyendo incluso (absurdamente) que somos los amos y señores de este vasto e inagotable Universo. Pero la verdad es que nuestra pequeñez ni siquiera es comparable a un grano de arena en la playa. Si no fuera por ciertos factores cósmicos, de seguro ya estaríamos tocando el arpa en una nube sin contaminación.
Los peligros que nos acechan como planeta son constantes, vivimos rodeados de amenazas latentes que solo son parte de un diario vivir en el Universo. Que la extinción del Sol, que el alejamiento de La Luna, que los rayos cósmicos o un posible meteoro en nuestra ruta. Solo falta la aparición de una raza extraterrestre bélica que nos quiera emancipar y someter con los mismos estúpidos parámetros que lo ha hecho siempre la raza humana con los seres más débiles.
Sin ir más lejos, el pasado 2 de Marzo ocurrió un hecho extremadamente riesgoso para nuestro planeta, situación que solo fue informada al siguiente día, ya que al parecer los expertos debían reponerse primero de la impresión antes de anunciar lo ocurrido. Mientras la vida en La Tierra transcurría de manera rutinaria, avocados en nuestros quehaceres diarios, un asteroide llamado DD45 de entre 30 y 40 metros pasaba a una distancia de 60 mil kilómetros de nuestro planeta, específicamente al sureste del Pacífico, es decir, una distancia 7 veces más cerca que la que se encuentra La Luna. Es una cuestión bastante simple el deducir el semejante peligro que vivimos aquél día, ya que si ese asteroide hubiese entrado a nuestro planeta de seguro más de alguien se hubiese enterado de su visita de una manera no muy grata. Cabe recordar que el asteroide que cayó en Siberia el año 1908 tenía un tamaño similar a éste y arrasó con nada menos que con 2 mil metros cuadrados de bosque.


Un total de mil asteroides han sido calificados como potencialmente peligrosos para La Tierra, por lo mismo debemos estar agradecidos de nuestro vecino Júpiter, quien debido a su gran tamaño e inmensa fuerza de atracción gravitatoria atrae la mayoría de los cuerpos errantes de nuestro Sistema Solar.


Al parecer, la naturaleza universal se empeña cada cierto tiempo en demostrarnos lo ínfimos que somos, solo hay que esperar que no dé tan pronto en el blanco.