martes, 25 de agosto de 2009

LA FOTO REAL DE JESUS



Corría el año 2004 o 2005, no lo recuerdo bien, cuando en una de las tantas reuniones de mi agrupación de investigaciones llega un invitado quien traía un documento que resultaría ser demasiado interesante...decía traer la única foto real de Jesús. Sin duda era una oferta demasiado llamativa como para obviarla.
Tuve en mis manos esta foto y puedo decir que, aún sin poder verificar su real autenticidad, resulta realmente impactante tenerla entre las manos, sobre todo por lo que puede representar. De comprobarse que es auténtica, sería el primer y único testimonio visual o auditivo de la presencia de Jesús en nuestro planeta.
Hoy la fotografía ya circula en internet, se le han hecho estudios y concretamente aún no se ha podido verificar su autenticidad. Pero algo tiene, lo puedo decir porque la sensación que me dejó al tomarla es algo indescriptible, quizás fe, talvez magia o una simple pero válida ilusión de que fuese real.
Lo importante es entender el verdadero sentido de lo que aquello representa, un Jesús que sí existió, aunque quizás no de la manera que la Iglesia lo pretende mostrar.
Por mi parte puedo decir que me satisface más el Jesús del Caballo de Troya de Benítez que el de la Biblia y lo digo con todo el respeto del mundo, pero jamás me ha convencido la idea de un Jesucristo que es incapaz de enamorarse de una mujer (como si el amor carnal por el sexo opuesto fuese un pecado divino), todo lo contrario, creo que su "humanidad" es la que ha complicado durante siglos a las autoridades eclesiásticas, sobre todo después de los Concilios de Nicea y Trento.
Esta foto invita a eso, a descubrir al verdadero Jesús. Es imposible mirar la imagen y no reflexionar respecto a ésto.
Queda la duda si es real o no. Si resultase falsa, aún nos queda la instancia de la reflexión, pero si resulta real, estamos sin duda ante un verdadero milagro en nuestros tiempos. Y todo por un simple click.

viernes, 13 de marzo de 2009

LA TIERRA...EL BLANCO PERFECTO




Qué inmensos nos sentimos cuando pensamos en nuestra grandeza como seres humanos, creyendo incluso (absurdamente) que somos los amos y señores de este vasto e inagotable Universo. Pero la verdad es que nuestra pequeñez ni siquiera es comparable a un grano de arena en la playa. Si no fuera por ciertos factores cósmicos, de seguro ya estaríamos tocando el arpa en una nube sin contaminación.
Los peligros que nos acechan como planeta son constantes, vivimos rodeados de amenazas latentes que solo son parte de un diario vivir en el Universo. Que la extinción del Sol, que el alejamiento de La Luna, que los rayos cósmicos o un posible meteoro en nuestra ruta. Solo falta la aparición de una raza extraterrestre bélica que nos quiera emancipar y someter con los mismos estúpidos parámetros que lo ha hecho siempre la raza humana con los seres más débiles.
Sin ir más lejos, el pasado 2 de Marzo ocurrió un hecho extremadamente riesgoso para nuestro planeta, situación que solo fue informada al siguiente día, ya que al parecer los expertos debían reponerse primero de la impresión antes de anunciar lo ocurrido. Mientras la vida en La Tierra transcurría de manera rutinaria, avocados en nuestros quehaceres diarios, un asteroide llamado DD45 de entre 30 y 40 metros pasaba a una distancia de 60 mil kilómetros de nuestro planeta, específicamente al sureste del Pacífico, es decir, una distancia 7 veces más cerca que la que se encuentra La Luna. Es una cuestión bastante simple el deducir el semejante peligro que vivimos aquél día, ya que si ese asteroide hubiese entrado a nuestro planeta de seguro más de alguien se hubiese enterado de su visita de una manera no muy grata. Cabe recordar que el asteroide que cayó en Siberia el año 1908 tenía un tamaño similar a éste y arrasó con nada menos que con 2 mil metros cuadrados de bosque.


Un total de mil asteroides han sido calificados como potencialmente peligrosos para La Tierra, por lo mismo debemos estar agradecidos de nuestro vecino Júpiter, quien debido a su gran tamaño e inmensa fuerza de atracción gravitatoria atrae la mayoría de los cuerpos errantes de nuestro Sistema Solar.


Al parecer, la naturaleza universal se empeña cada cierto tiempo en demostrarnos lo ínfimos que somos, solo hay que esperar que no dé tan pronto en el blanco.